19 septiembre 2013

Consejos para vivir sin ansiedad

La ansiedad es un mecanismo de adaptación natural que sirve para ponernos en estado de alerta ante una posible amenaza. Su función es protegernos haciendo que evitemos la situación conflictiva, huyendo o luchando.



Durante millones de años ha sido imprescindible para la supervivencia del ser humano. En las sociedades avanzadas modernas, con un modo de vida tan alejado al de nuestros antepasados prehistóricos, esta respuesta innata de nuestro cuerpo se ha desarrollado de forma patológica con consecuencias negativas muy desagradables para quienes la padecen.

Un cierto grado de ansiedad proporciona un componente adecuado de precaución en situaciones peligrosas, nos ayuda a mantenernos concentrados y afrontar los retos y problemas puntuales que se nos presentan en nuestra vida cotidiana.

Pero en ocasiones este sistema de respuesta de nuestro organismo es excesivo y funciona incorrectamente. Se genera una ansiedad desproporcionada con respecto a la situación que la origina, e incluso, a veces, se presenta en ausencia de cualquier peligro manifiesto.


Cuando la ansiedad se manifiesta en momentos inadecuados o es tan intensa y duradera que interfiere con las actividades normales de la persona, constituye un verdadero problema. Esta ansiedad patológica es resultado de los problemas de diversa índole a los que se enfrenta la persona en su vida diaria y, sobre todo, de sus ideas interiorizadas acerca de sus problemas.

Los trastornos por ansiedad son, en conjunto, la enfermedad psiquiátrica más frecuente. Las denominadas crisis de angustia o pánico suponen el motivo de consulta psiquiátrico más habitual en los servicios de urgencias.

No nos vamos a detener hoy en los distintos tipos que existen (ansiedad generalizada, crisis de pánico, fobias, trastorno obsesivo-compulsivo, estrés postraumático) ni en su tratamiento, fundamentalmente fármacos (benzodiacepinas) y psicoterapia, sino en qué podemos hacer nosotros para evitar sufrir ansiedad.

Con el estrés diario al que estamos sometidos y el ritmo de vida actual, nadie está libre de padecer ansiedad en algún momento, todos la conocemos y la hemos sufrido en mayor o menor grado. Es importante reconocerla, saber manejarla cuando aparece, e intentar que nos afecte lo menos posible. Por eso deberíamos tener siempre presentes unos consejos básicos que nos ayudarán a mantenerla controlada y evitar problemas mayores.

Son los siguientes:

1. Aprender a relajarse: Informarse de cómo hacerlo, practicar técnicas de respiración diafragmática, relajación muscular.


2. Dormir lo necesario: no acostarse tarde y realizar actividades relajantes antes de ir a dormir (leer, escuchar música tranquila, etc).


3. Evitar excitantes: no consumir drogas, evitar las bebidas excitantes, moderar el consumo de alcohol y tabaco.


4. Buscar ambientes agradables: Huir de los ambientes estresantes, procurar que el entorno sea lo más relajante posible, sobre todo en el trabajo.


5. Organizarse: planificar las actividades con antelación dejando huecos para imprevistos, así ahorramos preocupaciones, sobresaltos y olvidos.



6. Priorizar: no intentar llegar a todo, el día sólo tiene 24 horas. Seleccionar las actividades más importantes y aprender a delegar en los demás.


7. Solucionar los problemas. Afrontar los problemas, no esconderlos o ignorarlos. Cuando vemos que somos capaces de solucionarlos nos sentimos mucho mejor.


8. Tomar decisiones: Seguir un proceso lógico, plantear el problema, buscar posibles soluciones y analizar los pros y contras. No existe la solución perfecta pero, una vez decidido, no volver a dudar.


9. No ser catastrofista: La ansiedad que nos produce una situación depende de las consecuencias que prevemos. No pensar que todo va a salir mal y no empezar a sufrir por un problema que todavía no existe.


10. No complicarse la vida: No añadir nuevas dificultades a la vida, por ejemplo, no plantearse dejar de fumar o perder peso cuando se está pasando por momentos difíciles.


11. Hacer ejercicio: practicar algo de deporte de forma regular, caminar 30 minutos al día ayuda a relajarse y puede ser suficiente. Evitar la actividad física extenuante, sobre todo, horas antes de ir a dormir.


12. Cuidar la alimentación: Comer sano, no abandonar la dieta mediterránea, aprovechar el momento de la comida para desconectar y olvidarse de las preocupaciones.


13. Practicar el “ocio”: dedicar los fines de semana, las vacaciones, y el tiempo libre, a descansar y cultivar aficiones.


14. Fomentar las relaciones sociales: cuidar a las personas de nuestro entorno más próximo y dejar que nos cuiden. Evitar los conflictos, las confrontaciones y remover problemas del pasado.


15. Minimizar el problema: Nadie está libre de problemas emocionales, no dejar que la ansiedad domine nuestra existencia. No estamos ni enfermos ni locos, somos capaces de controlarla.


16. Olvidarse del “¿qué dirán?”: Actuar con naturalidad y no preocuparnos por lo que los demás puedan pensar de nosotros o de nuestros problemas.


17. Aprender a decir “no”. Permitirnos decir “no”, amablemente pero de manera directa y sin justificaciones, cuando lo deseemos. Si queremos ayudar a los demás, hagámoslo de una forma que sea aceptable para nosotros.


18. Dejarse ayudar: Siempre hay gente dispuesta a echarnos una mano, aprender a llamarlos y pedirles ayuda.


19. Superar los miedos: Hacer una lista de las cosas que nos producen temor y afrontarlas. Empezar por las más fáciles y no dejar que el miedo irracional nos limite o nos cree dificultades.


20. Premiarnos: Reconocer nuestros avances y felicitarnos por los progresos. Nunca menospreciar los logros por pequeños que sean.




Y recordad...

"La mayoría de las cosas que te preocupan nunca suceden"


¡Hasta la semana que viene!

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