12 diciembre 2013

Yo fui a EGB

Como ya explican nada más empezar el libro Javier Ikaz y Jorge Díaz, esta aventura la comenzaron con una página de Facebook, donde todos aquellos que habían cursado EGB —enseñanza vigente desde principios de los años setenta a mediados de la década de los noventa— podían y pueden sentirse parte de un grupo, de una “banda”, y recordar las peculiaridades de una época que desapareció pero que aún hoy sigue dentro de cada uno.

Después, con un crecimiento vertiginoso en el número de amigos y seguidores, se lanzaron a Twitter y abrieron un blog para poder compartir con más personas esos recuerdos comunes de la infancia y adolescencia. Y ahora, tras muchas peticiones de la gente, convierten en papel este repaso a aquella época.

Sin embargo, lo hacen desde un punto de vista alejado de la crítica, la mofa o el estancamiento, convencidos de la necesidad de ir creciendo y mirando siempre hacia delante. Es por eso que ya en la cubierta del libro reza la siguiente máxima “No somos nostálgicos, más que nada porque no hay nostalgias como las de antes”.

Y en ese intento de condensar todo el material que han ido recopilando en unas dimensiones manejables con este nuevo formato, presentan una serie de temas con los que todo lector perteneciente a “la banda” que fue a EGB puede sentirse identificado de una u otra manera.

De esta forma, Yo fui a EGB (Plaza & Janés, 2013) consigue llevar a cabo dos estrategias estupendas con las que se suele conquistar al público: la identificación y sentirse parte del grupo. Es decir, os va a encantar.

Ese “temario”, manteniendo el vocabulario de aquellos días de pizarras y libros de texto, lo han dividido en diez unidades con sus correspondientes apartados y hasta hay actividades y ejercicios al final de cada uno para comprobar el grado de influencia de esta época en la vida de cada lector.

Jordi Villacampa tenía sus propias Kelme

Gastronomía, moda, cine, música, estudios, ocio, automóviles… o lo que es lo mismo, las merendolas y las chucherías —donde de verdad los niños podían elegir—, la ropa que se imponía por las madres o por los ídolos del momento, la aparición del videoclub y La bola de Cristal, las cintas de casete y el teclado Casio, ¡los controles sorpresa y las manualidades pegando pinzas de la ropa!, LOS-JU-GUE-TES,  los coches con nombres compuestos por números y el atrezo a base de tapetes de ganchillo e imágenes de santos y vírgenes pegados en los salpicaderos… ¿Os suena algo de esto?

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Alaska mucho antes de Mario
Vaquerizo... pero muuuucho antes

Yo fui a EGB es muy visual, con un diseño desenfadado que consigue no hacer pesada la cantidad de información que contiene, que es bastante. Por eso se hace imposible no ilustrar esta entrada con algunas imágenes que seguro traerán recuerdos a muchos.






Pero, además, es un libro para compartir. Al abrirlo, a la mente de casi todo el mundo probablemente lleguen frases del tipo “¡ay, esto se lo tengo que enseñar a…!”. Y si lo lleváis a cualquier reunión de amigos, se lo mostráis a vuestros hermanos, primos… o a “los mayores”, las risas estarán aseguradas, porque lo que proponen Jorge Díaz y Javier Ikaz con esta obra actúa como detonante de recuerdos almacenados y surgen montones y montones de anécdotas divertidas. Y, ¿por qué no?, también este ejercicio aporta perspectiva a quiénes fueron, quiénes fuimos los chavales de EGB y hacia dónde caminamos ahora.

Sí, sí, que aquí todo el mundo vio películas
suyas y muchos los consideraron héroes
a los que imitar.

¡Seguid leyendo!

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