22 enero 2015

Sueño ligero

Jessica Treadway, autora de And Give You Peace y el libro de relatos Please Come Back to Me con el que consiguió el premio Flannery O’Connor, publica Sueño ligero dentro de la colección que Penguin Random House dedica a la novela negra, Roja y Negra. Aunque, más que novela negra con investigaciones criminales, esta obra de Treadway es un largo testimonio íntimo de su protagonista, Hanna Schutt, y es al lector al que le toca realizar las pesquisas.

Mazos de cróquet, el arma del crimen

Han transcurrido tres años desde el brutal ataque que acabó con la vida de su marido, Joe, y que a ella le dejó severas secuelas físicas y psicológicas, entre ellas la pérdida de memoria sobre lo ocurrido. Ahora, Hanna Schutt recibe la visita del inspector de policía que llevó el caso, Kenneth Thornburgh, y no es por cortesía. El motivo es comunicarle que su supuesto agresor, Rud Petty —novio de Dawn, la hija menor del matrimonio—, ha conseguido que su recurso de apelación sea aprobado por el tribunal. Eso significa que si Hanna no logra recordar qué sucedió esa noche en la que alguien entró en su casa y les golpeó con un mazo de cróquet hasta reventarle el cráneo a Joe y desfigurarle la cara y la vida a ella, quizás Rud salga en libertad. Y puede que la fiscal, Gail Nazarian, aproveche para intentar de nuevo imputar a la propia Dawn, ya que el testimonio in articulo mortis de Hanna, antes de perder totalmente la conciencia tras el ataque, reconociendo que tanto su hija como su novio fueron quienes perpetraron la agresión, resultó decisivo para condenar a Petty.

Es entonces cuando Hanna se obliga a sí misma a repasar y, así, describirle al lector cómo ha sido su vida, especialmente junto a sus hijas y su marido. Ella es la voz narrativa en pasado y sitúa la acción durante la cotidianeidad de los días previos al segundo juicio de Rud Petty, momentos en que va rememorando sucesos y anécdotas significativas de Dawn, Iris (su hija mayor), Joe e, incluso, sus propios padres.


Sueño ligero de Jessica Treadway,
imagen de cubierta


Hanna es una mujer de mediana edad, su familia era sueca y eso le confería, según admite en varias ocasiones, una personalidad introvertida. Ella y Joe formaban un matrimonio de clase acomodada en un buen barrio, Everton. Él era auditor forense y, aunque disponían de más dinero —móvil siempre plausible para cometer un crimen—, su carácter estricto, perfeccionista y obseso del orden los lleva a vivir dentro de unos límites, por supuesto establecidos por él mismo. Ese es otro rasgo más que caracteriza a Joe Schutt, la imposición de su voluntad cualesquiera que sean las circunstancias, porque si las cosas no se hacen como él considera que son justas y correctas, o bien no se hacen o él no participa.

Desde el principio, las descripciones de Hanna lo dibujan como un buen hombre, pero algo obtuso en su carácter, a pesar de su inteligencia. Y muestran el abierto favoritismo que Joe siente por Iris casi como una excusa para la predilección que ella misma tiene con Dawn.

Por otro lado, ambas hermanas no podrían ser más diferentes. Iris roza la perfección en todo lo que se propone realizar. Guapa, segura de sí misma, buena deportista, popular, estudiante de grandes resultados, simpática… la estrella de la casa y la niña de los ojos de su padre, con quien está en sintonía para eterno orgullo de éste.


“Iris participó en casi todos los deportes femeninos durante sus cuatro años de instituto. En el corcho que había clavado en la pared de su cuarto estaban todavía sus monogramas. No dejó de practicar deportes mientras estuvo en la universidad y también una vez casada, pero lo dejó después de lo que nos ocurrió a Joe y a mí.”


Por su parte, Dawn sufre un defecto en el ojo —ambliopía u ojo vago—, es torpe, los demás niños la insultan y marginan cruelmente, le cuesta avanzar en los estudios, tiene ciertos problemas para percibir el mundo como es y demuestra un comportamiento a menudo poco maduro para su edad. Por eso, Hanna se identifica más con ella, con ese punto de torpeza y, de algún modo, docilidad manejada por su marido.


“—No es «ojo mago», Dawn —dijo él. Joe siempre se dirigía a mí y a sus hijos por el nombre de pila; jamás empleaba términos como «cariño», «mi vida», «cielo»—. Lo que el doctor ha dicho es «ojo vago». No significa que tu ojo, o tú, seáis vagos ni perezosos, ¿entiendes? Pero tampoco se trata de que pienses cosas que no son.
—Bueno, pues yo digo que tengo un ojo mago —insistió Dawn, muy seria—. Es lo que he oído que decía al doctor.
—Has oído lo que querías oír —dijo Joe, y me di cuenta de que se esforzaba por ser dulce—, pero no es lo que tú crees. En la vida hay que llamar a las cosas por su nombre. No puedes fingir que algo es mejor solo porque tú lo desees, porque entonces estarías engañándote a ti misma, y eso es lo peor que puedes hacer.”


Sin embargo, cuando llega el momento, Joe le paga una universidad privada bastante cara a su hija pequeña para que no tenga que irse demasiado lejos, fuera del estado. Y es allí donde conoce a Rud Petty, un hombre casi diez años mayor que ella, guapo a rabiar, alto, con una mata de pelo rizado y sedoso, una sonrisa embaucadora que atrae a todas las mujeres nada más verlo y una familia con la que no parece llevarse bien.

Viéndolo, nadie podría creer que alguien como Rud fuese a fijarse, ya no enamorarse, en una chica como Dawn, motivo por el cual ella está todavía más orgullosa de aparecer con él en Everton. Allí nunca tuvo amigos, solo otra niña igual de marginada por los demás que ella —su problema era emitir una especie de rebuznos al hablar— y Abby, la perra mestiza que aún acompaña a Hanna en la casa familiar y que también sufrió la agresión aquella noche tras Acción de Gracias. Por eso estuvo del lado de Rud en el juicio, creyó en su inocencia y se opuso a su madre. Aunque, tras ser declarado culpable, Dawn se mudó a Santa Fe e intentó retomar la normalidad en su relación con Hanna, dentro de lo posible.

Pero si todo eso no es suficientemente sospechoso, existe alguien más, otro candidato a ser culpable de lo sucedido: Emmett Furth, el vecino de al lado. Emmett ha sido un niño problemático, con una madre negligente y abandonado por su padre, siempre ha estado envuelto en algún tipo de gamberrada, cada vez más al margen de la ley y las normas.

Y otro personaje del que dudar es Warren Goldman, vecino de al lado también y testigo que dijo haber visto el coche de Dawn aparcado frente a la puerta de Joe y Hanna la noche de los hechos. Warren y Maxine fueron amigos del matrimonio Schutt, hasta que Maxine falleció de cáncer y Joe fue asesinado. Ahora viudo, Warren se siente solo y trata de buscar compañía o “lo que surja” junto a Hanna, que no tiene la cabeza ni el cuerpo para muchas fiestas.

Aunque, en realidad, oportunidad para hacerlo la tuvieron varios personajes más, todos ellos pertenecientes al microcosmos que Jessica Treadway construye en un barrio residencial de Everton, en Albany, donde se desarrolla casi la totalidad de Sueño ligero; en concreto, en la casa de la familia Schutt. La misma Hanna hace en las primeras páginas una referencia abierta al famoso caso de Lizzie Borden, una joven a la que se acusó en 1892 del asesinato a hachazos de su padre y su madrastra en la casa familiar, pero que finalmente salió absuelta y los crímenes quedaron sin resolver.


“Además, mi casa era territorio prohibido para los niños que se habían mudado al vecindario en los últimos años. Aunque procuraba olvidarlo, sabía que algunos la llamaban la Casa de Lizzie Borden.”


Lizzie Borden cogió un hacha, la adaptación cinematográfica
protagonizada por Christina Ricci del famoso caso sin resolver

La estructura externa de la obra se conforma a través de 15 capítulos a lo largo de 329 páginas. Cada uno de ellos tiene un título cuyo significado no toma cuerpo hasta casi finalizar las aproximadamente veinticinco páginas de media que los constituyen. Mientras que la estructura interna es más compleja, puesto que los recuerdos de Hanna van y vienen, saltan en su cabeza —y al texto que el lector tiene entre manos— durante cualquier actividad cotidiana que esté realizando esos días previos al segundo juicio.

Ese rasgo, precisamente, genera un tira y afloja de información, de progresión en los conocimientos de quien va leyendo y descubriendo cómo son los personajes a través de sus gestos, actos o palabras pasadas. De ahí que el estilo que emplea Jessica Treadway sea parsimonioso, dando rodeos, algo confuso —no técnicamente— como la propia mente de Hanna.

En cuanto a los temas que trata, además de lo truculentas que pueden ser las relaciones entre miembros de una familia en apariencia normal y la difícil tarea de la educación de unos hijos, cuando ya los padres cargan con sus propias taras vitales, cabe destacar el de ese subterfugio que se utiliza a veces para escapar de una realidad desagradable. Como lectores, es algo que se puede comprender perfectamente. El problema surge cuando el individuo modifica, cual enfermo de demencia senil, el concepto del entorno sin querer asumir ni reconocer la verdad, porque sencillamente se le vuelve demasiado compleja de digerir.

¿Por qué ese título, Sueño ligero? Buena pregunta. El original en inglés es Lacy Eye, en referencia al trastorno de la visión que padece Dawn, ese ojo vago que… En fin, es mejor que lo leáis para descubrirlo.


¡Leed!

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