12 marzo 2015

El viejo y el mar - Ernest Hemingway

Ernest Hemingway ganó el premio Pulitzer en 1953 por The Old Man and the Sea (1952) y esta breve novela fue uno de los grandes motivos por los que el jurado del Premio Nobel lo eligió en el año 1954. Su producción alcanzó gran volumen, puesto que estaba constantemente escribiendo ya fuesen artículos para periódicos o revistas, reportajes reales, novelas de ficción, historias cortas o colecciones de cuentos. Por nombrar algunas de sus obras más conocidas a nivel internacional para situar su figura, Fiesta (The Sun Also Rises, 1926), Adiós a las armas (A Farewell to Arms, 1929), Por quién doblan las campanas (For Whom the Bell Tolls, 1940) o París era una fiesta (A Moveable Feats, 1654). De Hemingway como escritor con reconocida imagen pública y de sus trabajos, podría decirse mucho, pero esta vez solo hablaremos de El viejo y el mar.

Un joven Ernest Hemingway con
uniforme durante su participación
como conductor de ambulancias en la
Segunda Guerra Mundial

Santiago, conocido por todos en la zona como El viejo, es un pescador ya veterano que lleva cerca de tres meses sin pescar nada. Parece que la vida, las fuerzas y la suerte lo están abandonando. Por eso y porque ya nadie espera gran cosa de él, Santiago se decide a salir una vez más en su pequeña barcaza para no regresar hasta que consiga una pieza digna. Y la consigue, es un pez espada de tamaño considerable lo que ha mordido el anzuelo. Sin embargo, éste no pretende rendirse fácilmente y la lucha entre el pescador y el pez se prolonga durante tres largos días, con momentos de calma y otros de máxima agitación. En ese tiempo de soledad, Santiago rememora otras épocas en las que rara era la ocasión en que se hacía al mar y volvía con las manos vacías, recuerda a su joven ayudante y piensa en cómo ha sido su vida personal y de pescador.

Con este argumento, está claro que el personaje principal y casi exclusivo es El viejo, Santiago el pescador. Un hombre trabajador cuya existencia está ligada al mar, casi en una relación de dependencia más allá de la necesidad de subsistir. Para Santiago, obtener una buena pesca no solo implica alimento y ganancias, sino que llega a ser sinónimo de valía como persona —para el código masculino tan propio de las obras de Hemingway, que no con connotaciones sexuales, valía como hombre—, de honor y dignidad.

El pez, pescado o no, ocupa el rol de casi un personaje, es el objetivo a alcanzar y el enemigo a vencer, su presencia es la vía a través de la que Santiago desarrolla su historia. Ese pez espada lucha por su vida con cada gramo de energía que tiene en el cuerpo, por instinto primario, como el de El viejo de ser pescador y ha de capturarlo aunque muera en el intento.

Manolín, el chico que a veces ayuda a Santiago, representa la esperanza de una nueva generación, a la que los propios progenitores se encargan de desilusionar y no inculcar el sentido del trabajo más allá de unos réditos económicos. Sin embargo, en la escala de valores de Manolín queda claro que la amistad y la admiración por la experiencia de Santiago, que hace las veces de maestro, está muy por encima del dinero.

El viejo y el mar, imagen de cubierta de
la edición de Debolsillo

El viejo vive en la zona de la costa de La Habana, en Cuba, y en una de sus playas tiene amarrada su barcaza. Esa localización y el mar son las únicas que componen los escenarios de la novela. Aunque Santiago recuerda otros lugares, como sus días frente a las costas africanas. Eso ha sido suficiente motivo para pensar que quizás su personaje fuese de origen canario. Incluso, hay quien asegura que el autor se basó en el marinero español Gregorio Fuentes, un conejero (lanzaroteño), emigrado a Cuba que llegó a ser primer oficial del yate Pilar, embarcación del propio Ernest Hemingway.

En cuanto a la estructura es sencilla, de hecho, está catalogado como novela corta y, dependiendo de las ediciones, supera por una o varias docenas las cien páginas. Está narrada en tercera persona y en pasado, con ese estilo aparentemente simple y minimalista pero de una eficacia abrumadora que supo desarrollar Ernest Hemingway a lo largo de su carrera. En sus obras se puede apreciar, sin hacer demasiado esfuerzo, cómo evita la adjetivación o las largas descripciones del entorno, como sí se hacía en la narrativa clásica. Él elegía los diálogos para transmitir aquello que caracterizaba al personaje o lo que en realidad sentía o pensaba.


“A writer's style should be direct and personal, his imagery rich and earthy, and his words simple and vigorous. The greatest writers have the gift of brilliant brevity, are hard workers, diligent scholars and competent stylists”. ERNEST HEMINGWAY

“El estilo del escritor ha de ser directo y personal, su imaginería rica y terrenal, y sus palabras simples y vigorosas. Los más grandes escritores tienen el donde de una brevedad brillante, son muy trabajadores, estudiosos diligentes y estilistas competentes.


Los temas tratados en El viejo y el mar son varios, a pesar de su brevedad, pero quizás el más obvio y que consigue llegar a todos los lectores es ese afán de lucha por lo que uno quiere. Habrá muchos obstáculos en el camino, a veces la duda de estar haciendo lo correcto será enorme, las fuerzas flaquearán y rendirse será lo más sencillo, sin embargo, para alcanzar el objetivo deseado hay que luchar hasta el final. Y, una vez logrado, no descuidarse, seguir esforzándose para no perderlo.

La amistad, la soledad, el proceso de cambio que experimenta Santiago en su interior a través del viaje, la relación entre el hombre y la naturaleza, la voluntad de superación, la admiración por la voluntad y el valor aunque sea en el propio enemigo… Muchos, muchos temas pueden verse más o menos desarrollados en esta pequeña obra maestra.

Cartel de The Old Man and the Sea,
protagonizada por Spencer Tracy en 1958

 
The Old Man and the Sea, protagonizada
por Anthony Quinn en 1990



¿Os animáis a leerla? Si ya lo habéis hecho y os apetece verla en movimiento o si no soy demasiado lectores y os cuesta decidiros, en 1958, John Sturges dirigió a Spencer Tracy en una adaptación cinematográfica de la obra, que a éste le valió una nominación al Oscar y otra a los Globos de oro. Posteriormente, ya en 1990, Anthony Quinn protagonizó la versión para televisión bajo las órdenes del director Jud Taylor.

@rpm220981
rpm.devicio@gmail,com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Eres libre, ¿no? ¡Pues, opina!