09 julio 2015

Sólo el tiempo lo dirá – Jeffrey Archer

Jeffrey Archer, antiguo miembro del Parlamento británico, es un prolífico autor que ha llevado una vida de novela. Dos veces renunció a su cargo político por sendos escándalos, un título de Lord en vida, una bancarrota que se convirtió en libro súper ventas, cuatro años en la cárcel por perjurio y una fortuna por el gran éxito de sus obras… Entre las novelas de este escritor inglés se encuentran ¿Se lo decimos al presidente? (1977), Kane y Abel (1979) y La hija pródiga (1984) pertenecientes a la serie Kane y Abel, tres volúmenes de la colección Prision Diaries (2002-2004), varios cuentos para niños, algunas obras de teatro y la saga Crónicas Clifton, compuesta por siete libros e iniciada por Sólo el tiempo lo dirá (Planeta, 2015).

Sólo el tiempo lo dirá comienza con una página dedicada a la breve diagramación de dos árboles genealógicos independientes que parecen estar destinados a mezclarse, según se entrelazan sus historias.

Por un lado, están los Barrington, una familia acaudalada, dueños de una naviera establecida en el puerto de Bristol y con un título nobiliario que heredar. Por otra parte, los Clifton o, más bien, la familia Tancock y el matrimonio de la joven Maisie Tancock con Arthur Clifton, un estibador del puerto.

Y precisamente es la voz de Maisie la que comienza la historia, con un Preludio situado en 1919, a pocos días de su boda con Arthur, momento en que se queda embarazada del que será uno de los personajes más importantes de toda la saga Clifton, su hijo Harry.

A él le corresponde tomar el relevo de la narración, también en primera persona y en pasado como su madre. Pero solo le dura un capítulo, porque pronto Jeffrey Archer pasa a hacer uso del narrador omnisciente. Este juego de cambios se mantiene con regularidad a lo largo de toda la novela, tanto en la voz narrativa como en el foco o punto de vista adoptado.

Y es a través de esas transiciones como avanza la historia cronológicamente, desde 1919 hasta 1940. Pero, también debido a ello, se solapan a menudo los hechos, de manera que es frecuente encontrar un mismo pasaje desde perspectivas distintas; aunque con datos nuevos que ayudan a no convertir esa repetición en algo tedioso, sino a esperarla para saber exactamente qué se le pasaba por la cabeza al otro personaje cuando sucedieron determinados acontecimientos y por qué reaccionó de una manera u otra.

Esta peculiaridad puede empujar al lector hacia la reflexión de cuántas variables existen, cuántos factores influyen y cuántas voluntades se enfrentan mientras ocurren los hechos, desde los más trascendentales hasta los más nimios.

Sólo el tiempo lo dirá de Jeffrey Archer,
imagen de cubierta


Sólo el tiempo lo dirá, como parte de una digna saga familiar que es, está poblada por muchos personajes, varios de ellos con una relevancia y un peso importante en la historia. El viejo Jack Tar, Maisie Clifton, Giles Barrington, Al Deakins, Emma Barrington, el profesor Holcombe, la señorita Monday, la señorita Tilly, el señor Frobisher, Hugo Barrington, Elizabeth Harvey, Fisher, Haskins…cada uno tiene su función y resulta trascendental. Pero, y aunque no sea el protagonista exclusivo, Harry Clifton es el foco de interés en torno al cual gira la novela. El hilo conductor son sus esfuerzos y los de aquellos que lo quieren por darle la oportunidad de estudiar, de obtener un futuro mejor que el de un estibador analfabeto que se pasa el día trabajando y las noches bebiendo en cualquier taberna, como hace su tío Stan Tancock.

Es en esa especie de acuerdo tácito de los personajes “positivos” a favor del niño huérfano de padre y en la diferencia entre la clase trabajadora pero terriblemente humilde en su condición económica y la clase acomodada además de aristocrática, en lo que esta historia puede recordar al lector, salvando las considerables distancias, a la narrativa de Charles Dickens. David Copperfield, Oliver Twits, Philip Pirrip, todos son huérfanos, todos se ven enfrentados a las calamidades de la pobreza y a la oscuridad de la ambición humana, todos tienen un inesperado benefactor que llega a sus vidas debido a la honestidad y la pureza de espíritu que consiguen mantener, todos forjan amistades y alianzas indestructibles, todos logran superar sus orígenes, a todos les aguardan secretos que han condicionado su vida, (casi) todos encuentran el amor en un entorno establecido desde su niñez y Harry Clifton también.

Quizás falta de ese componente de denuncia social que sí era eficaz en las novelas de Dickens sobre la Inglaterra victoriana, en esta primera entrega de la saga Clifton ambientada principalmente en Bristol con las tensiones previas al estallido de la Segunda Guerra Mundial, la esencia entre los trabajos de ambos autores se mantiene. Es decir, las buenas personas sufren, pasan miserias y vejaciones por las condiciones de vida y por el egoísmo de las malas personas que confabulan contra ellas. Pero al final la verdad triunfa, le pese a quien le pese, incluso cuando eso no siempre implique la felicidad de los protagonistas. Y, entonces, cliffhanger tremendo que deja al lector a la espera de la próxima novela de Jeffrey Archer o, en su día, a la siguiente entrega de la revista o periódico en que se publicaban las historias de Charles Dickens.


¿Os apetece leer una novela con secretos, amistades entrañables, amores prohibidos, ilusiones, miedo, crímenes, en la que los personajes luchen por superarse, por mejorar o por no perder lo que ya tienen? ¿Sí? Id tumbándoos a la sombra, porque Sólo el tiempo lo dirá tiene todo eso y más.

¡Leed!

@rpm220981
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