Jeffrey Archer, antiguo miembro del Parlamento británico,
es un prolífico autor que ha llevado una vida de novela. Dos veces renunció a
su cargo político por sendos escándalos, un título de Lord en vida, una
bancarrota que se convirtió en libro súper ventas, cuatro años en la cárcel por
perjurio y una fortuna por el gran éxito de sus obras… Entre las novelas de
este escritor inglés se encuentran ¿Se lo decimos al presidente?
(1977), Kane y Abel (1979) y La hija pródiga (1984)
pertenecientes a la serie Kane y Abel, tres volúmenes de la colección Prision Diaries (2002-2004), varios
cuentos para niños, algunas obras de teatro y la saga Crónicas Clifton, compuesta por siete libros e iniciada por Sólo
el tiempo lo dirá (Planeta, 2015).
Sólo el tiempo lo
dirá comienza
con una página dedicada a la breve diagramación de dos árboles genealógicos
independientes que parecen estar destinados a mezclarse, según se entrelazan
sus historias.
Por un
lado, están los Barrington, una
familia acaudalada, dueños de una naviera establecida en el puerto de Bristol y
con un título nobiliario que heredar. Por otra parte, los Clifton o, más bien, la familia Tancock y el matrimonio de la joven Maisie Tancock con Arthur
Clifton, un estibador del puerto.
Y
precisamente es la voz de Maisie la que comienza la historia, con un Preludio
situado en 1919, a pocos días de su boda con Arthur, momento en que se queda
embarazada del que será uno de los personajes más importantes de toda la saga
Clifton, su hijo Harry.
A él le
corresponde tomar el relevo de la narración, también en primera persona y en
pasado como su madre. Pero solo le dura un capítulo, porque pronto Jeffrey
Archer pasa a hacer uso del narrador omnisciente. Este juego de cambios se
mantiene con regularidad a lo largo de toda la novela, tanto en la voz
narrativa como en el foco o punto de vista adoptado.
Y es a
través de esas transiciones como avanza la historia cronológicamente, desde
1919 hasta 1940. Pero, también debido a ello, se solapan a menudo los hechos,
de manera que es frecuente encontrar un mismo pasaje desde perspectivas
distintas; aunque con datos nuevos que ayudan a no convertir esa repetición en
algo tedioso, sino a esperarla para saber exactamente qué se le pasaba por la
cabeza al otro personaje cuando sucedieron determinados acontecimientos y por
qué reaccionó de una manera u otra.
Esta
peculiaridad puede empujar al lector hacia la reflexión de cuántas variables
existen, cuántos factores influyen y cuántas voluntades se enfrentan mientras
ocurren los hechos, desde los más trascendentales hasta los más nimios.
Sólo el tiempo lo dirá de Jeffrey Archer, imagen de cubierta |
Sólo el tiempo lo dirá, como parte de una digna saga familiar que
es, está poblada por muchos personajes, varios de ellos con una relevancia y un
peso importante en la historia. El viejo Jack
Tar, Maisie Clifton, Giles
Barrington, Al Deakins, Emma Barrington, el profesor Holcombe, la señorita Monday,
la señorita Tilly, el señor Frobisher, Hugo Barrington, Elizabeth
Harvey, Fisher, Haskins…cada uno tiene su función y
resulta trascendental. Pero, y aunque no sea el protagonista exclusivo, Harry Clifton es el foco de interés en
torno al cual gira la novela. El hilo conductor son sus esfuerzos y los de
aquellos que lo quieren por darle la oportunidad de estudiar, de obtener un
futuro mejor que el de un estibador analfabeto que se pasa el día trabajando y
las noches bebiendo en cualquier taberna, como hace su tío Stan Tancock.
Es en
esa especie de acuerdo tácito de los personajes “positivos” a favor del niño
huérfano de padre y en la diferencia entre la clase trabajadora pero
terriblemente humilde en su condición económica y la clase acomodada además de
aristocrática, en lo que esta historia puede recordar al lector, salvando las considerables
distancias, a la narrativa de Charles
Dickens. David Copperfield, Oliver Twits, Philip Pirrip, todos son huérfanos, todos se ven enfrentados a las
calamidades de la pobreza y a la oscuridad de la ambición humana, todos tienen
un inesperado benefactor que llega a sus vidas debido a la honestidad y la
pureza de espíritu que consiguen mantener, todos forjan amistades y alianzas
indestructibles, todos logran superar sus orígenes, a todos les aguardan
secretos que han condicionado su vida, (casi) todos encuentran el amor en un
entorno establecido desde su niñez y Harry Clifton también.
Quizás
falta de ese componente de denuncia social que sí era eficaz en las novelas de
Dickens sobre la Inglaterra victoriana,
en esta primera entrega de la saga Clifton ambientada principalmente en Bristol
con las tensiones previas al estallido de la Segunda Guerra Mundial, la esencia
entre los trabajos de ambos autores se mantiene. Es decir, las buenas personas
sufren, pasan miserias y vejaciones por las condiciones de vida y por el
egoísmo de las malas personas que confabulan contra ellas. Pero al final la
verdad triunfa, le pese a quien le pese, incluso cuando eso no siempre implique
la felicidad de los protagonistas. Y, entonces, cliffhanger tremendo que
deja al lector a la espera de la próxima novela de Jeffrey Archer o, en su día,
a la siguiente entrega de la revista o periódico en que se publicaban las
historias de Charles Dickens.
¿Os
apetece leer una novela con secretos, amistades entrañables, amores prohibidos,
ilusiones, miedo, crímenes, en la que los personajes luchen por superarse, por
mejorar o por no perder lo que ya tienen? ¿Sí? Id tumbándoos a la sombra,
porque Sólo el tiempo lo dirá tiene
todo eso y más.
¡Leed!
@rpm220981
rpm.devicio@gmaiil.com
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