Wajdi
Mouawad es un dramaturgo, novelista y actor libanés, aunque de niño emigró a
Francia y, más tarde, a Canadá junto con su familia para huir de la guerra
civil de su país. Su obra ha sido reconocida internacionalmente, en particular
la tetralogía La sangre de las promesas,
compuesta por Bosques, Litoral, Incendios y Cielos. Dos
de ellas con sendas adaptaciones cinematográficas y una nominación al Oscar
como mejor película extranjera.
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Incendies fue nominada al Oscar en 2010 |
Un día,
Wahhch Debch llega a su casa y se encuentra a su mujer, Léonie, en el suelo,
brutalmente asesinada. Las autoridades, bajo su insistencia, le dan el nombre
del “presunto” asesino, ya que además de apuñalarla a ella y al feto del bebé
que esperaban, le practicó una incisión en el abdomen por donde la violó hasta
eyacular, dejando allí su semen y ADN.
Wahhch
Debch, quien resulta ser un niño palestino rescatado de la masacre perpetrada
por las fuerzas falangistas cristianas en el campo de refugiados palestinos de
Sabra y Chatila (Líbano) en 1982, emprende la búsqueda de Welson Wolf Rooney,
el asesino, con el propósito de mirarlo a la cara y asegurarse de que no ha
sido él mismo quien le hizo esa atrocidad a su amada Léonie. Y, sin embargo, no
quiere venganza, está triste, no rabioso.
Pero no
es esta una historia de “investigación”, no hay casi nada por descubrir. Lo que
busca Wahhch Debch es su propia memoria, porque algo en el asesinato de Léonie
ha despertado recuerdos de la matanza donde murió toda su familia biológica.
Y es
que el personaje de Debch en sí mismo es, además del protagonista, quien da
sentido a la novela, actuando como nexo común entre las distintas —o no tanto—
historias.
A su
alrededor hay multitud de personajes, humanos y animales: Mason-Dixon Line, Coach,
el coroner Aubert Chagnon, Janice, Chuck,
Motherfucker, Najma, Maroun Debch, Nabila, Winona… Pero ninguno de ellos tiene
una presencia dominante, sino efímera. Y sus motivaciones y conductas no son
fáciles de comprender a priori. Incluso cuando se conocen más datos de su
pasado o más rasgos de su personalidad, al lector occidental de vida “acomodada
y segura” probablemente le generen extrañeza y lo empujen a cuestionarse varias
cosas. Por ejemplo, ¿por qué Wahhch no desea vengarse?
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Wajdi Mouawad, el autor |
La
acción se inicia en Montreal, en el piso donde Léonie y Wahhch Debch comparten
su felicidad, pero el periplo de este último a lo largo y ancho de Canadá y
Estados Unidos será intenso y curioso. Lo llevará a una reserva india, donde
los mohawks viven segregados del resto de ciudadanos canadienses y en la que
imperan unas leyes distintas. Pero no será el único contacto que tenga con los
indios nativos y comprobará que existen muchas caras de una misma realidad.
Además,
su recorrido guarda, en cierta manera, unas profundas conexiones con la Biblia
—los nombres de los pueblos evocan pasajes del libro religioso— que no pueden
pasar inadvertidas, como no lo pueden hacer las referencias a la colonización
cristiana de Norteamérica. Es un viaje del frío al calor más infernal.
Las 445
páginas de la obra están divididas en cuatro partes —al margen de
agradecimientos y notas— con los siguientes títulos: Bestiae verae, Bestiae
fabulosae, Canis lupus lupus y Homo sapiens sapiens. Cada una de ellas, a su
vez, está conformada por breves —a veces, brevísimas— intervenciones de los
narradores, cuyos nombres científicos les dan título.
Y es
ahí donde está lo mejor de la novela, Wajdi Mouawad utiliza la perspectiva de
los animales —en pasado y presente, de forma indistinta— para contar la
historia. Por ejemplo, la escena en que Wahhch encuentra el cuerpo vejado y
destrozado de su mujer la narra su gato, Pitô.
Lo que
consigue el autor con esta diversidad de voces narrativas a través de las
bestias probablemente sea despojar de eufemismos humanos el salvajismo brutal
del hombre. Porque ese es un rasgo que
queda muy claro: los seres humanos son capaces de los actos más abyectos con
fines estúpidos o por el mero disfrute.
Wajdi
Mouawad no cuenta una historia sencilla, Ánima
(Destino, 2014) es difícil de leer. Y no tanto por ese continuo cambio de
narrador, sino por la decisión de la violencia, la crudeza, lo macabro, la brutalidad como
medio para transmitir conceptos, sentimientos y sensaciones.
“Todo era amarillo y rojo. Amarillo de las luces, rojo de la sangre. Entrábamos en las casas y ametrallábamos, degollábamos, añadíamos rojo al rojo. Uno de los nuestros, el hijo de un carnicero, buscaba a los bebés. Gritaba a diestro y siniestro ¡Sacad a los bebés, sacad a los bebés! Cuando encontraba alguno, le abría el vientre, le arrancaba el hígado y se lo comía, humeante, calentito. Luego tiraba al bebé como una bolsa vacía. Yo me reía porque me daba cuenta de que había olvidado por completo que era un bebé lo que tenía entre las manos. Lo había olvidado. Debía de pensar que tenía un shawarma envuelto en papel de celofán. En su cabeza, era el papel lo que tiraba.”
Pasajes
como el de la cita anterior se suceden a lo largo del libro. ¿Logran su
objetivo? Sí, ¿pero a qué precio?
Los
temas que trata Mouawad son varios, como sucede en la mayoría de casos, pero
los principales son la búsqueda de la identidad propia, la ausencia de humanidad
del hombre —sin poder justificarse con el instinto de supervivencia—, el daño
constante que los seres humanos les infligen a los animales y a sus propios
congéneres, el odio a lo diferente y sus consecuencias…
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Ánima, imagen de cubierta |
En
definitiva, Ánima es una novela muy
bien escrita, Wajdi Mouawad hace un trabajo estupendo en cuanto a la labor
narrativa, a la denuncia histórica y el análisis social-natural. Sin embargo,
el lector ha de ser consciente de que no tiene entre sus manos la sutileza de
las palabras, sino su poder más devastador para hacerle vivir situaciones
violentas, donde la sangre, el sufrimiento, el miedo y el horror son
constantes. Y, entonces, realizar su propia elección. ¿Os atrevéis?
¡Leed!
@rpm220981
rpm.devicio@gmail.com
Mira que no se me puede tachar precisamente de "escrupulosa" con la violencia ficticia, ya sea en libros, series o películas pero, he tenido la oportunidad de leer varios fragmentos de esta novela y me han resultado muy desagradables.
ResponderEliminarAunque me llamaba la atención el hecho de que la historia estuviera narrada desde la perspectiva de diferentes animales, me parece que con éste no me animo... sólo faltaba que también pasásemos malos ratos leyendo :P
Excelente reseña, como siempre. Sigue así ;)
¡Saludos!