Jessica
Treadway, autora de And Give You Peace
y el libro de relatos Please Come Back to
Me con el que consiguió el premio Flannery O’Connor, publica Sueño ligero dentro de la colección que Penguin Random House dedica
a la novela negra, Roja y Negra. Aunque, más que novela negra con
investigaciones criminales, esta obra de Treadway es un largo testimonio íntimo
de su protagonista, Hanna Schutt, y es al lector al que le toca realizar las
pesquisas.
Mazos de cróquet, el arma del crimen |
Han
transcurrido tres años desde el brutal ataque que acabó con la vida de su
marido, Joe, y que a ella le dejó severas secuelas físicas y psicológicas,
entre ellas la pérdida de memoria sobre lo ocurrido. Ahora, Hanna Schutt recibe
la visita del inspector de policía que llevó el caso, Kenneth Thornburgh, y no
es por cortesía. El motivo es comunicarle que su supuesto agresor, Rud Petty
—novio de Dawn, la hija menor del matrimonio—, ha conseguido que su recurso de
apelación sea aprobado por el tribunal. Eso significa que si Hanna no logra
recordar qué sucedió esa noche en la que alguien entró en su casa y les golpeó
con un mazo de cróquet hasta reventarle el cráneo a Joe y desfigurarle la cara
y la vida a ella, quizás Rud salga en libertad. Y puede que la fiscal, Gail
Nazarian, aproveche para intentar de nuevo imputar a la propia Dawn, ya que el
testimonio in articulo mortis de Hanna, antes de perder totalmente la
conciencia tras el ataque, reconociendo que tanto su hija como su novio fueron
quienes perpetraron la agresión, resultó decisivo para condenar a Petty.
Es entonces
cuando Hanna se obliga a sí misma a repasar y, así, describirle al lector cómo
ha sido su vida, especialmente junto a sus hijas y su marido. Ella es la voz
narrativa en pasado y sitúa la acción durante la cotidianeidad de los días
previos al segundo juicio de Rud Petty, momentos en que va rememorando sucesos
y anécdotas significativas de Dawn, Iris (su hija mayor), Joe e, incluso, sus
propios padres.
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Sueño ligero de Jessica Treadway, imagen de cubierta |
Hanna
es una mujer de mediana edad, su familia era sueca y eso le confería, según admite
en varias ocasiones, una personalidad introvertida. Ella y Joe formaban un
matrimonio de clase acomodada en un buen barrio, Everton. Él era auditor
forense y, aunque disponían de más dinero —móvil siempre plausible para cometer
un crimen—, su carácter estricto, perfeccionista y obseso del orden los lleva a
vivir dentro de unos límites, por supuesto establecidos por él mismo. Ese es
otro rasgo más que caracteriza a Joe Schutt, la imposición de su voluntad
cualesquiera que sean las circunstancias, porque si las cosas no se hacen como
él considera que son justas y correctas, o bien no se hacen o él no participa.
Desde
el principio, las descripciones de Hanna lo dibujan como un buen hombre, pero
algo obtuso en su carácter, a pesar de su inteligencia. Y muestran el abierto
favoritismo que Joe siente por Iris casi como una excusa para la predilección
que ella misma tiene con Dawn.
Por
otro lado, ambas hermanas no podrían ser más diferentes. Iris roza la
perfección en todo lo que se propone realizar. Guapa, segura de sí misma, buena
deportista, popular, estudiante de grandes resultados, simpática… la estrella
de la casa y la niña de los ojos de su padre, con quien está en sintonía para
eterno orgullo de éste.
“Iris
participó en casi todos los deportes femeninos durante sus cuatro años de
instituto. En el corcho que había clavado en la pared de su cuarto estaban
todavía sus monogramas. No dejó de practicar deportes mientras estuvo en la
universidad y también una vez casada, pero lo dejó después de lo que nos ocurrió
a Joe y a mí.”
Por su
parte, Dawn sufre un defecto en el ojo —ambliopía u ojo vago—, es torpe, los
demás niños la insultan y marginan cruelmente, le cuesta avanzar en los
estudios, tiene ciertos problemas para percibir el mundo como es y demuestra un
comportamiento a menudo poco maduro para su edad. Por eso, Hanna se identifica
más con ella, con ese punto de torpeza y, de algún modo, docilidad manejada por
su marido.
“—No es
«ojo mago», Dawn —dijo él. Joe siempre se dirigía a mí y a sus hijos por el
nombre de pila; jamás empleaba términos como «cariño», «mi vida», «cielo»—. Lo
que el doctor ha dicho es «ojo vago». No significa que tu ojo, o tú, seáis
vagos ni perezosos, ¿entiendes? Pero tampoco se trata de que pienses cosas que
no son.
—Bueno,
pues yo digo que tengo un ojo mago —insistió Dawn, muy seria—. Es lo que he
oído que decía al doctor.
—Has
oído lo que querías oír —dijo Joe, y me di cuenta de que se esforzaba por ser
dulce—, pero no es lo que tú crees. En la vida hay que llamar a las cosas por
su nombre. No puedes fingir que algo es mejor solo porque tú lo desees, porque
entonces estarías engañándote a ti misma, y eso es lo peor que puedes hacer.”
Sin
embargo, cuando llega el momento, Joe le paga una universidad privada bastante
cara a su hija pequeña para que no tenga que irse demasiado lejos, fuera del
estado. Y es allí donde conoce a Rud Petty, un hombre casi diez años mayor que
ella, guapo a rabiar, alto, con una mata de pelo rizado y sedoso, una sonrisa
embaucadora que atrae a todas las mujeres nada más verlo y una familia con la
que no parece llevarse bien.
Viéndolo,
nadie podría creer que alguien como Rud fuese a fijarse, ya no enamorarse, en
una chica como Dawn, motivo por el cual ella está todavía más orgullosa de
aparecer con él en Everton. Allí nunca tuvo amigos, solo otra niña igual de
marginada por los demás que ella —su problema era emitir una especie de
rebuznos al hablar— y Abby, la perra mestiza que aún acompaña a Hanna en la
casa familiar y que también sufrió la agresión aquella noche tras Acción de
Gracias. Por eso estuvo del lado de Rud en el juicio, creyó en su inocencia y
se opuso a su madre. Aunque, tras ser declarado culpable, Dawn se mudó a Santa
Fe e intentó retomar la normalidad en su relación con Hanna, dentro de lo posible.
Pero si
todo eso no es suficientemente sospechoso, existe alguien más, otro candidato a
ser culpable de lo sucedido: Emmett Furth, el vecino de al lado. Emmett ha sido
un niño problemático, con una madre negligente y abandonado por su padre, siempre
ha estado envuelto en algún tipo de gamberrada, cada vez más al margen de la
ley y las normas.
Y otro
personaje del que dudar es Warren Goldman, vecino de al lado también y testigo
que dijo haber visto el coche de Dawn aparcado frente a la puerta de Joe y
Hanna la noche de los hechos. Warren y Maxine fueron amigos del matrimonio
Schutt, hasta que Maxine falleció de cáncer y Joe fue asesinado. Ahora viudo,
Warren se siente solo y trata de buscar compañía o “lo que surja” junto a
Hanna, que no tiene la cabeza ni el cuerpo para muchas fiestas.
Aunque,
en realidad, oportunidad para hacerlo la tuvieron varios personajes más, todos
ellos pertenecientes al microcosmos que Jessica Treadway construye en un barrio
residencial de Everton, en Albany, donde se desarrolla casi la totalidad de Sueño ligero; en concreto, en la casa de
la familia Schutt. La misma Hanna hace en las primeras páginas una referencia
abierta al famoso caso de Lizzie Borden, una joven a la que se acusó en 1892
del asesinato a hachazos de su padre y su madrastra en la casa familiar, pero
que finalmente salió absuelta y los crímenes quedaron sin resolver.
“Además,
mi casa era territorio prohibido para los niños que se habían mudado al
vecindario en los últimos años. Aunque procuraba olvidarlo, sabía que algunos
la llamaban la Casa de Lizzie Borden.”
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Lizzie Borden cogió un hacha, la adaptación cinematográfica protagonizada por Christina Ricci del famoso caso sin resolver |
La
estructura externa de la obra se conforma a través de 15 capítulos a lo largo
de 329 páginas. Cada uno de ellos tiene un título cuyo significado no toma
cuerpo hasta casi finalizar las aproximadamente veinticinco páginas de media
que los constituyen. Mientras que la estructura interna es más compleja, puesto
que los recuerdos de Hanna van y vienen, saltan en su cabeza —y al texto que el
lector tiene entre manos— durante cualquier actividad cotidiana que esté
realizando esos días previos al segundo juicio.
Ese
rasgo, precisamente, genera un tira y afloja de información, de progresión en
los conocimientos de quien va leyendo y descubriendo cómo son los personajes a
través de sus gestos, actos o palabras pasadas. De ahí que el estilo que emplea
Jessica Treadway sea parsimonioso, dando rodeos, algo confuso —no técnicamente—
como la propia mente de Hanna.
En
cuanto a los temas que trata, además de lo truculentas que pueden ser las
relaciones entre miembros de una familia en apariencia normal y la difícil
tarea de la educación de unos hijos, cuando ya los padres cargan con sus
propias taras vitales, cabe destacar el de ese subterfugio que se utiliza a
veces para escapar de una realidad desagradable. Como lectores, es algo que se
puede comprender perfectamente. El problema surge cuando el individuo modifica,
cual enfermo de demencia senil, el concepto del entorno sin querer asumir ni
reconocer la verdad, porque sencillamente se le vuelve demasiado compleja de
digerir.
¿Por
qué ese título, Sueño ligero? Buena
pregunta. El original en inglés es Lacy Eye,
en referencia al trastorno de la visión que padece Dawn, ese ojo vago que… En
fin, es mejor que lo leáis para descubrirlo.
¡Leed!
@rpm220981
rpm.devicio@gmail.com
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