28 agosto 2014

Homeland T3 o el todo vale

La cuarta temporada de Homeland ya está calentando motores para su estreno el 5 de octubre en Showtime, con trailers, posters y declaraciones de sus responsables. ¿Pero cómo terminó la tercera?

Quizás sea el momento de comentar los Emmy —¡más de lo mismo, no, por favor!—, de hablar de otros estrenos, de nuevas series que van llegando. Pero hay ofensas que, antes o después, tienen que exteriorizar su impacto. Y, subjetivamente, este es el caso.

Así que detente aquí si no has visto todavía la tercera temporada, si ésta te pareció sublime como a la audiencia estadounidense o si no gestionas del todo bien que otros puedan opinar diferente.

Dicho esto, gritaré ¡Spoiler!, y no estoy llamando a mi perro.



La segunda temporada terminó cuando, tras haber explotado un coche bomba en la sede la CIA en Langley, Brody huye fuera del país ayudado por Carrie. Ambos creen, no sin razones, que él va a ser acusado de detonar el artefacto y causar la muerte a casi trescientas personas. El golpe de efecto del vídeo que él grabó en la primera temporada y que ya habíamos olvidado a esas alturas fue muy bueno y compensó a unos primeros episodios algo más flojos.


Imagen del vídeo que Brody grabó en el
confesionario sin entrar en Gran Hermano

Y ese era el cierre, un último capítulo con un cliffhanger que nos hacía esperar con ganas la tercera temporada.

Bien, pues, al cabo de unos meses, llegó y, con sus primeros episodios, también lo hizo el sopor más absoluto. De hecho, hubo quienes lo abandonaron, decepcionados, al menos a este lado del charco.

Pero muchos otros nos armamos de paciencia y, debido a los buenos momentos que habíamos pasado con la primera y parte de la segunda, continuamos.

Una vez más, el trabajo de Claire Danes, interpretando a una enferma bipolar, fue de nota, aviso para aquellos que dieron cabezadas cuando el personaje de Damian Lewis se dedica a recorrer el edificio a medio construir en Caracas —la torre de David— durante minutos y minutos en pantalla sin aportar información relevante para la trama… ni para, ya que estamos, nada en concreto.

Grande Claire, as usual

Pero, ¡eh!, de pronto parecía que había algo de esperanza. Todo era un montaje, que Saúl Berenson no se estaba comportando como un cobarde traidor con su pupila —¿o quizás sí?— y Carrie se había fingido enferma para llamar la atención de un ministro iraní, Majid Javadi, al que sobre el capítulo tres lograban conectar con la financiación de los atentados.

Aunque todo esto se veía ya hacia la mitad de la temporada, más o menos nos habíamos tragado seis capítulos del horror dedicados a pasar niveles del Candy Crush. Sí, bueno, y a ver la interesantísima historia de loco amor adolescente digna de telefilme de sobremesa en Antena 3. Esto es, Dana y el pirao.

Chica, te vigila la CIA y tú haces vídeollamadas
porno con tu novio... ¿Será por eso que
en el doblaje español te llaman Dinah?

El caso es que la trama empieza a remontar, aunque Carrie sea más que nunca un peón de Saúl, que no se arriesga ni por su propia vida personal. Tanto es así que Mira, su mujer, invita a cenar a su casa a un tal Alain Bernard. Un amigo, le dice al marido cuando llega de improviso, pero luego se ve que es su amante y queda claro que se conocieron en Bombay e iniciaron una relación sentimental.

Aquí es cuando, emocionados porque parece que hay algo de movimiento en el tema del espionaje, quizás tardemos un poco en preguntarnos por qué una mujer que lleva 35 años casa con un agente de la CIA, ahora director de ésta en funciones, y que ha viajado con él a diferentes países, según haya estado destinado, decide meter en su casa a su amante y montarle una cena romántica en el comedor. ¿La CIA no era una agencia de inteligencia?

Vale, “detalle secundario”, aceptaremos barco como animal acuático. Básicamente, porque parece que han conseguido captar, a base de chantaje, al malérrimo Majid Javadi. Pero, claro, cuando poco después se descubre que el tal Alain Bernard es un agente del Mossad y está en contacto con el congresista Lockhart, futuro director de la CIA y enemigo de los planes de Berenson, ese “detalle secundario” pasa a formar parte de otro de los giros cutres a los que parecen intentar acostumbrarnos los guionistas de Homeland.

Saúl Berenson (Mandi Patinkin) le suelta una
bronca espectacular a Farah (Nazanin Boniadi), una
pobre analista económica

Aunque nos sigue quedando esperanza en Carrie Mathison, que resulta estar embarazada AÚN… tras haber recibido un tratamiento brutal —la dejan hasta sin habla— durante los primeros meses de embarazo en el hospital y en la clínica psiquiátrica donde ha estado ingresada y donde NADIE le ha hecho un análisis y se ha enterado de su estado. ¿Homeland es una serie de Showtime o de Syfy? No lo tengo muy claro…

Los capítulos avanzan y Carrie, incombustible, sigue adelante con la misión y la gestación de su bebé. Necesita encontrar al culpable del atentado y se nos confirma lo que todos ya sabíamos desde hace tiempo, lo hace porque está enamorada de Brody. Encontrar al verdadero terrorista significará exculpar al padre de su hijo, porque obviamente el niño es suyo. ¿Lo dudabais?

Llega, por ese amor, a arriesgar su vida —¡no solo ya la de su bebé!—, al tratar de impedir una operación de un equipo de la CIA y es abatida por un disparo de Peter Quinn, que durante esta temporada está de sujeta-velas. Iniciso: el personaje de Rupert Friend y el de Nazanin Boniadi (Farah) probablemente sean la esperanza de la cuarta temporada.

Mientras tanto, Saúl Berenson decide rescatar a Brody, dejando claro que siempre supo dónde se escondía. Lo lleva de vuelta a Estados Unidos y empieza a prepararlo para una nueva operación: asesinar al general Danesh Akbari, líder del gobierno iraní. Pero, tras la desintoxicación, necesita la ayuda de Carrie para convecer a Brody y más tiempo, ya que el cargo de director va a pasar de forma inminente al congresista Lockhart.

Como no tenía tinte a mano, en su huida Brody se rapó
 el pelo para no ser reconocido y lo mantuvieron
así durante su cautiverio en Caracas,
aunque no lo duchaban

Con Carrie lo tiene fácil, la manipula para que ella piense que así Brody podrá limpiar su imagen definitivamente. Y al congresista lo extorsiona temporalmente con la amenaza de decirle al presidente que ha estado tratando con el servicio de inteligencia israelí. Pero solo TEMPORALMENTE, lo que sorprende hasta a Lockhart, por no decir al espectador un poco implicado en la historia. Porque… ¿no se supone que la política del congresista, que además va a implantar en la agencia, es algo que va contra todo lo que ha hecho Saúl? ¿No es un tipo sin escrúpulos que no tiene idea de lo que hace? ¿No es, a ojos de todos, el anticristo? Quizás… pero el bueno de Saúl Berenson solo le pide un aplazamiento de su toma de posesión de un mes.

Sí, de nuevo, se te queda cara de ¿qué me estás contando?, al ver esa escena.

Y no es el único sorprendido, también Brody se pregunta por qué Carrie, durante las semanas de recuperación y entrenamiento, mantiene una distancia con él que roza la frialdad. Pero nosotros, como buenos espectadores, no nos lo preguntamos… hasta que sigue sin pasar nada cuando, unas horas antes de la misión casi suicida, ambos hacen un viaje a solas para que él pueda ver a su hija. Y, de nuevo, Dana y su “qué mal, cuánto sufro yo, pero a mi madre y a mi hermano que les den”. ¿Serán las hormonas propias de la edad o es que ha salido a la madre?

Pero no nos dispersemos, porque aún no ha llegado lo “mejor”. Brody sale de misión y le promete a Carrie que volverá, y no solo por Dana, que no lo quiere ver ni en pintura. ¿Será por Carrie, una declaración de amor? ¿O será porque DE PRONTO se ha acordado de que tiene otro hijo, Chris?

Después, hay un poco de acción el desierto, bla, bla, bla… y Brody logra entrar en Irán. Pero le está costando entrevistarse con Danesh Akbari. Durante un minuto, hasta nos hace dudar de si se ha pasado al otro bando, los estadounidenses y la CIA ya están convencidos, pero Carrie —también en Teherán— cree en él y en su amor, ninoninoniiiiii…

Por eso, evita que los agentes del Mossad, de acuerdo con el servicio de inteligencia estadounidense, lo elimine. Y Brody demuestra su lealtad ejecutando a su objetivo.

Logra escapar —y no gracias al apoyo de la CIA—, se encuentra con Carrie y huyen, a la espera de ser extraídos por orden de Saúl, que daba su plan magistral por perdido.

(Ojocuidao, todo esto en un episodio.)

Así que, mientras esperan, ella le confiesa su embarazo, él vuelve a tener esperanza… pero desde lados opuestos de la sala. No pedimos una escena digna de la HBO, pero es que parece un pasaje de una novela de George Eliot.

A miles de kilómetros, en Langley, Saúl apura sus últimas horas en el cargo autorizando la extracción y negándose a las peticiones del cruel Javadi, ahora nuevo líder del país (y fichaje de la CIA), de darle la ubicación de Brody.

Y él no lo hace, pero el congresista Lockhart, sí. Venden al héroe. ¿O es solo un peón más, como todos los hombres y mujeres que han perdido la vida para que ellos lleguen hasta allí? Ahora entendemos el hartazgo de Peter Quinn…

Peter se perfila como la figura masculina que toma
el relevo de Brody, aunque con
otro rol

Con lo cual, a Brody lo ejecutan en la horca y Carrie vuelve a casa sola.

Meses después, la infiel Mira está en lo que se supone que es una zona muy favorecida de Filipinas (la miseria que se padece en ese país es tremenda), desayunando con el supuesto autor de la apertura hacia la paz entre Irán y Estados Unidos: Saúl Berenson.

Mientras, en Langley, Carrie compagina el embarazo con su trabajo para Lockhart, ahora director de la CIA, quien vendió la vida de un hombre por cuyo amor ella estuvo padeciendo “abusos y vejaciones”, recibió un disparo que le podía haber costado la vida, arriesgó su carrera innumerables veces, mintió y, además, es el padre de su hija… ¿En qué han convertido al personaje de Carrie?

Y es ahí cuando los guionistas, quizás buscando una línea argumental que les permitiera captar o mantener a la audiencia, quemaron el único cartucho que deberían haber mantenido intacto: la integridad de Carrie Mathison.


¿Veréis la cuarta?

@rpm220981
rpm.devicio@gmail.com

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