28 agosto 2014

Un cadáver a los postres

En esta ocasión, no hablaremos sobre un libro convertido en película, sino de una película que parodia con mucho acierto todo un género literario: la novela negra.

Un cadáver a los postres o Murder by Death (1976, Moore) nació como una obra del escritor Neil Simon, que pretendía poner de manifiesto, con mucho sentido del humor, aquellos tópicos que rodeaban el universo de los libros sobre detectives privados, investigaciones criminales y demás casuística del género.

Fotograma de la película Un cadáver a los postres

Para ello, situó a cinco arquetipos de detectives (y acompañantes) —con sus representantes literarios cada uno— en una vieja mansión, perdida en algún recóndito lugar, lleno de bruma y trampas mal disimuladas, en medio de la noche más cerrada de la historia de la humanidad. Los truenos y la lluvia, al principio, son solo un truco ingenioso del desconocido anfitrión. Pero luego, casualmente, se desata la tormenta por medios meteorológicos… ¿o no?

Todos ellos acuden invitados por Lionel Twain a un fin de semana con “cena y asesinato”. Aunque no saben bien en qué consistirá ni para qué han sido llamados, pero aparecen como lo que se consideran, los mejores detectives del mundo.

Los primeros en llegar son el detective chino Sidney Wang y su hijo adoptivo japonés. A Wang lo interpretó Peter Sellers, muy bien caracterizado, y el personaje literario que satiriza es Charlie Chan. Este detective estadounidense de origen chino fue creado por Earl Derr Biggers y apareció por primera vez en La casa sin llave (1925). Fue protagonista de media docena de novelas, el doble de películas y otros tantos cómics.

A diferencia de Wang, que solo tiene tres adoptivos, es padre de doce hijos. Pero comparte con éste sus constantes proverbios, sus errores gramaticales, una tranquilidad que roza lo pasivo y una peculiar visión del racismo. No se lo toman a mal cuando es referido a ellos, no se dan por aludidos, pero sí se consideran libres de hacer este tipo de comentarios a los demás. Pro eso, el hijo de Sidney Wang es japonés y despreciado por ello.

Peter Sellers como Sidney Wang en el centro

Tras ellos, llegan Dick Charleston y su mujer Dora, interpretados, ¡nada más y nada menos!, por David Niven y Maggie Smith. Este matrimonio encuentra su referente literario en la pareja formada por Nick y Nora Charles (aquí los nombres son incluso más parecidos que en el caso anterior y esto se irá repitiendo con los demás), creación de Dashiell Hammet en El hombre delgado y personajes habituales en las películas basadas en esta obra.

Dick y Nick son hombre de apariencia refinada y origen dudoso, que se dedican a dilapidar la fortuna de sus esposas en alcohol y otros entretenimientos. Ellas, Dora y Nora, provienen de buenas familias y han heredado sendos negocios paternos que sus maridos “administran”. Las dos admiran la labor detectivesca de estos. Y parece ser que las figuras que inspiraron originalmente a Hammet fueron él mismo y su amante, Lillian Hellman.

Peter Falk, David Niven y Maggie Smith como
Sam Diamond, Dick y Nora Charleston

Después, monsieur Milo Perrier y su chófer y secretario personal, Marcel, a quienes dieron vida James Coco y James Cronwell. Y, de forma inconfundible, su referente es el detective belga, creado por Agatha Crhistie, Hércules Poirot.

Este apareció por primera vez en 1929 en el Misterioso caso de Styles y ha sido protagonista de más de treinta novelas, medio centenar de relatos cortos e incontables adaptaciones cinematográficas.

Curiosamente, Agatha Christie se inspiró en otros dos personajes ficticios: Hercule Popeau de la escritora Marie Belloc Lowndes y monsieur Poirte de Frank Howel Evans.

Tanto Perrier como Poirot son físicamente similares: bajitos, algo rechonchos, con alopecia galopante y lucen un bigote muy cuidado. Su forma de hablar, con su inglés intachable intercalado con expresiones en francés, es también otro rasgo que tienen en común. Eso y una conducta de lo más atildada, su debilidad por los placeres culinarios y su devoción por la comodidad y los lujos. Ah, y Arthur Hastings comparte con Marcel su “pensamiento algo obtuso”.

Elsa Lanchester, James Coco y, de nuevo,
Peter Sellers como Jessica Marble,
Milo Perrier y Sidney Wang

A Sam Diamond y su secretaria, la señorita Skeffinton, les pusieron voz y cuerpo Peter Falk y Eileen Brennan. Y, de nuevo, un personaje de Dashiell Hammet fue el objetivo de la sátira de Neil Simon, Sam Spade, protagonista de cuatro novelas y múltiples adaptaciones a la gran pantalla. La más conocida es El halcón maltés de John Houston en 1941, donde Humphrey Bogart era el rudo Sam junto a Mary Astor.

Ambos Sam son políticamente incorrectos, casi buscando la ofensa, maleducados, sarcásticos, tipos. Su atuendo es similar: gabardina, sombrero de ala ancha y un cigarro perenne en los labios.

Y finalizan el grupo de los mejores detectives del mundo la señorita Jessica Marbles y su enfermera, es decir, Elsa Lanchester y Estelle Winwood. Ante ellas, el espector no dudará y reconocerá rápidamente a Mis Jane Marple, personaje de Agatha Christie protagonista de trece de sus novelas.

Jessica Marbles y Jane Marple son dos afables solteronas, simpáticas, optimistas, algo ingenuas, descuidadas físicamente y muy curiosas.

Elsa Lanchester, Truman Capote y Estelle Winwood

Además, hay otros tres personajes muy prometedores: el mayordomo Benson (Alec Guinness), la cocinera (Nancy Walker) y el anfitrión Lionel Twain (Truman Capote).

Y sí, la guinda del pastel podría ser eso, la presencia de Truman  Capote. Es decir, un escritor que, precisamente, quiso relatar un crimen real dejando de lado la parte novelesca e intentando recrear casi un documental de los hechos en su obra A sangre fría (1967).

En conclusión, una película muy divertida, con diálogos desternillantes y con una crítica nada soterrada, pero muy simpática, sobre los pequeños secretillos y debilidades que esconden todos estos personajes que se convirtieron en héroes por su ingenio hace muchos años y que, a día de hoy, incluso cuatro décadas después del estreno de Un cadáver a los postres, siguen formando parte de la cultura detectivesca popular. Están entre los mejores detectives de la novela negra y del cine y son referencia para todos los demás.

¿Cuáles son esos “secretillos” a voces? Ah, para eso os toca ver Un cadáver a los postres.


Mientras, seguid leyendo,

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