Anna
Casanovas demuestra una disciplina impresionante con el nivel y la calidad —en
mejora constante— que está teniendo su producción, ya de por sí importante sin
incluir los títulos que firma bajo pseudónimo.
Hace
pocas semanas uno de sus libros, Saltar al vacío, era protagonista en
esta sección y hoy vuelve por tercera vez. En esta ocasión, la historia nos la
cuenta en Donde empieza todo.
Donde empieza todo de Anna Casanovas |
Donde empieza todo es, como suele suceder con las novelas
de Anna Casanovas, no una continuación de
otras historias, sino una parte del puzzle o, más bien, del mosaico que
conforman sus series. Ésta “encaja” en Las reglas del juego, tras las ya
publicadas Las reglas del juego y Cuando no se olvida. Y, aunque el lector
se reencontrará con algunos personajes e incluso verá ciertas situaciones que
le resulten conocidas, esta vez la perspectiva le llegará desde otro lado.
Las reglas del juego, imagen de cubierta |
Cuando no se olvida, imagen de cubierta |
¿La
sinopsis? Harrison MacMurray, el misterioso hermano de Kev de Las reglas del juego, resulta ser una
suerte de espía informático con muchas incursiones en el trabajo de campo.
Supuestamente, es un empleado del gobierno estadounidense, sin embargo, la
agencia secreta para la que trabaja no depende directamente de ningún organismo
oficial. Y ahora ese grupo de élite ha de investigar las muertes en extrañas
circunstancias de dos matemáticos y dos altos mandos del ejército. El único
hilo del que pueden tirar es el que conduce hasta el joven gobernador Benedict
Holmes y será Harry el enviado para infiltrarse en su equipo como informático.
Una
misión peligrosa y con cierto grado de complejidad relativo, hasta que
Victoria, la mujer de Benedict, abre la puerta y el mundo de Harrison MacMurray
queda patas arriba. A partir de entonces, no solo estará en riesgo su vida,
sino mucho más.
Este
giro argumental, con investigaciones e incógnitas por descubrir, no es del todo
nuevo en las obras de la autora, por ejemplo, ahí está la saga de La hermandad
del halcón. Pero lo novedoso es que continúa con esa evolución estilística a la
hora de narrar las historias. Esta vez, no solo juega con los cambios de
perspectiva en la voz narrativa ni con los tiempos verbales en los que esta va
fluyendo, como ya hizo en Doce años y un
instante y Saltar al vacío. En Donde empieza todo, además, altera el
orden cronológico y rompe con la linealidad clásica, usándola en beneficio de
la historia para generar en el lector incertidumbre y la necesidad de continuar
leyendo para averiguar qué sucedió, cómo las cosas pudieron acabar así, ir en
busca del punto “donde empieza todo”.
Por
otra parte, la historia entre Harry y Victoria no es fácil, nunca lo fue. Desde
el principio, todo estaba en contra y nunca fueron ni Olivia Pope ni el
presidente Grant para enderezar el mundo a su manera. La suya es una historia dura,
quizás —subjetivamente— no tan amarga ni intensa como las de los hermanos
Nualart, porque esta vez la tensión se reparte entre la trama de la
investigación y el amor inconveniente. Pero ya los primeros párrafos dejan
claro que no es un paseo por el parque.
Sobre
los personajes, decir que el carácter de los protagonistas, quienes conforman
el 95% de la obra, es algo por descubrir, porque para entenderlos es necesario
conocer sus circunstancias y eso implica adentrarse en la novela. Así que mejor
no añadir nada más para no desvelar ni restarle magia.
Y ya de
forma personal decir que llevo un mes con esta entrada pendiente desde que leí
la novela y ya entonces pensé que Donde
empieza todo era una novela de besos. Hoy, tras leer la última y divertida
entrada de su blog, he de añadir a
eso que acrobacias las justas. Además, quizás de manera inevitable, al leer
estos 25 capítulos, he tenido en mente Donde
siempre es otoño de Ángeles Ibirika. Sin embargo, y todo desde un punto de
vista subjetivo, creo que la evolución de ambas ha sido muy diferente.
Y ya que estaba la cosa subjetiva... Fijaos cómo imaginan los lectores al hermano de Harrison, Mac |
¡Leed!
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